Preservar la salud, ¿y el planeta?

Esta entrada de blog se publicó como parte del programa formativo del Máster de salud pública y Gestión Sanitaria de la Escuela Andaluza de Salud Pública durante el periodo formativo en mi residencia en Medicina Preventiva y salud pública [Link]

¿Estamos contribuyendo a la contaminación sin ser conscientes de ello?

La protección solar es esencial para protegernos de los rayos solares pero, ¿hasta qué punto afecta a nuestra salud y al medio ambiente?

Es conocido que el sol tiene efectos negativos tanto a corto (eritema o quemaduras) como a largo plazo (manchas, fotoenvejecimiento prematuro y, el más temido, cáncer de piel). Afortunadamente en la actualidad se tiene más consciencia sobre este tema y se da más importancia al uso de la protección solar. Es por ello que, debido al uso masivo de estos productos, han surgido dudas con respecto a la bioseguridad de los mismos y cada vez hay más estudios que postulan el impacto tanto en salud como en medio ambiente.

Los filtros solares, dependiendo del tipo, actúan de diferentes maneras. Los físicos o inorgánicos, en forma nano o no nano, reflejan o dispersan la radiación, mientras que los químicos u orgánicos la absorben. También encontramos los biológicos, antioxidantes que evitan la formación de radicales libres y potencian el sistema inmunológico cutáneo.

Múltiples estudios plantean la posibilidad de que algunos filtros químicos, y físicos en forma nano, atraviesen la barrera cutánea, lo que plantea dudas sobre la relación de los mismos con problemas de salud, incluyendo reacciones alérgicas y trastornos endocrinos y reproductivos, además del posible paso por la barrera hematoencefálica o placentaria. Por tanto sugieren que estas sustancias, disruptoras endocrinas, podrían contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas y afectar a la capacidad para reproducirse de las especies. Así mismo, la exposición en el seno materno supone una preocupación añadida en su uso en embarazadas y niños. Los efectos son poco conocidos, y múltiples las hipótesis sobre las consecuencias en salud. 

Es necesario destacar que las mismas se utilizan para fotoestabilizar otras fórmulas, como champús, acondicionadores, perfumes, cosméticos y maquillaje. Por tanto la exposición a estas sustancias es continua y bioacumulable, y esto podría tener un impacto sobre el organismo.

 

A esto se le añade un problema de magnitud aun más grande...

 

Por otro lado, y más allá de los posibles efectos en salud, año tras año se vierten más de 25 000 toneladas de protector solar en nuestros fondos marinos, y cada vez más estudios ponen de manifiesto la repercusión que esto supone para el ecosistema. Se habla del daño que los plásticos causan en este medio, pero hay muchos otros puntos en los que nuestros hábitos perjudican al gran azul. 

Esto pone de manifiesto un nuevo peligro ambiental emergente, la protección solar libera grandes cantidades de sustancias contaminantes que afectan a la vida y fauna acuática. Es una prueba que confirma que nuestros hábitos impactan en los ecosistemas, y que puede llegar a ocasionar trastornos hormonales y reproductivos en las especies que habitan.

El dilema radica en que todavía no existe una normativa europea ni nacional que regule la venta de estos filtros, y esto se suma al grave impacto del cambio climático y el sobrecalentamiento que acelera el daño en estos ecosistemas.

Según un estudio del Programa de la ONU para el Medioambiente y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), casi el 80% de los corales del Caribe han desaparecido en los últimos 50 años, y se estima que a partir de ahora entre el 70% y el 90% de los arrecifes de coral habrán muerto para 2040. 


El contraste entre un arrecife de ópalo sano, en la Gran Barrera de Coral de Australia, en 2010 frente al cambio del mismo en 2019.

 

Entre los principales filtros analizados encontramos Oxybenzone o benzofenone-3, Octocrylene, PABA (Aminobenzoic Acid), Ethylhexyl Methoxycinnamate, Octisalate, Homosalate o Avobenzone, entre otros . De igual modo los filtros físicos en forma nano también supondría un problema para la salud y los fondos marinos, como el dióxido de titanio (TiO2) u óxido de Zinc (ZnO). Eso sin olvidar otros componentes, como las nanopartículas de plástico que suponen otro problema para la vida acuática.

Ciertamente son muchos los estudios que han puesto de manifiesto el hecho de que estas sustancias podrían ser responsables en gran parte del daño de los arrecifes de coral, y cambios en la vida marina, como alteraciones sexuales en peces. Por ello aunque aún no se conoce el efecto potencial de estas sustancias en la flora y la fauna de nuestros ecosistemas, diversos informes ya han alertado sobre la presencia de los mismos en mamíferos, peces, algas, moluscos, y también en tortugas marinas.

El filtro más cuestionado es la oxibenzona, o benzofenone-3, considerado uno de los más perjudiciales. También es un contaminante ambiental que podemos encontrar en aire,  agua, alimentos y envases. Los corales resultan especialmente sensibles a este compuesto, y se ha postulado como alterador endocrino de las larvas del mismo causando daños en su ADN y provocando que estas mueran, y alterando además la relación simbiótica alga/coral.  

En lugares como Hawaii o Australia, donde turismo y arrecifes de coral convergen, observaron que los arrecifes de coral, además de por el calentamiento de los océanos, morían debido a los componentes presentes en las cremas solares que cada año se vertían masivamente en sus aguas. De este modo Hawaii se convirtió en el primer estado de EEUU en prohibir compuestos como oxibenzona o Ethylhexyl methoxycinnamate. Esta medida, que ha empezado a ser adoptada por otros estados y pretende extenderse a otros países, aun está lejos de implantarse de forma de generalizada, aunque se ha visto que este problema afecta también a nuestras costas.

Esto nos hace darnos cuenta de lo peligrosas que son estas sustancias para nuestro planeta y para la vida del mismo. 



Para paliar este problema se han investigado sobre otros tipos de filtros pero que, si bien no contienen oxibenzona, implican otras sustancias perjudiciales. Por tanto los filtros solares siguen acumulándose y alterando la vida, alcanzando incluso ecosistemas de agua dulce e impactando en la eutrofización y biodiversidad acuática.

Sin consenso sobre el filtro adecuado, parece que se tiende hacia los físicos en forma no nano. Pero, más allá de este debate, resulta fundamental recordar la importacia de la fotoprotección ya que el riesgo-beneficio sigue inclinando la balanza hacia el lado de la prevención del daño solar. 

Es por tanto un campo en el que hay mucho por investigar, al que se añade el hecho de ser un tema poco conocido. Esta problemática debe ser tratada desde las diferentes instituciones e industria. Estamos dañando el planeta, es un hecho, y esto repercute en la salud del mismo.

Por nuestra parte, una vez conocido el tema, podemos tomar consciencia, buscar alternativas que certifiquen un trato más seguro y respetuoso a nuestro mares, y apoyar un consumo mas ético. Tenemos más fuerza de la que creemos como consumidores, y no hay que olvidar que son nuestros actos y decisiones las que repercuten en el curso de la historia.

Podemos cambiar el mundo.

Comentarios

  1. Estoy agradecido por la coherencia en la entrega de contenido relevante.

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  2. Estoy agradecido por la manera en que haces que la lectura sea una experiencia enriquecedora y educativa.

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